¿Qué es?

El Alzheimer

La enfermedad de Alzheimer (EA) es la principal causa de demencia, pero no la única. Hablamos de una enfermedad degenerativa cerebral en la que se pierden neuronas, se produce el acúmulo anormal de unas proteínas (amiloide y tau) que produce lesiones características (placas seniles y ovillos neurofibrilares).

En un cerebro lesionado, las redes neuronales responsables de la memoria y otras funciones cognitivas dejan de funcionar correctamente. Por ello, la persona con EA tiene olvidos, se desorienta, deja de comunicarse y necesita ayuda para realizar sus actividades del día a día.

Además de los síntomas relacionados con la pérdida de capacidad intelectual y funcional, a lo largo de la evolución de la enfermedad pueden aparecer síntomas conductuales y psicológicos, como trastornos del estado de ánimo, la agitación y síntomas psicóticos.

SÍNTOMAS

Los síntomas de la enfermedad vienen determinados por la progresión de las lesiones en el cerebro del paciente si bien se presentan de forma insidiosa, siendo difícil descubrir en qué momento empezaron a darse realmente.

Los 10 signos de alarma de la enfermedad de Alzheimer

  • 9Pérdida de memoria que afecta a la capacidad laboral.
  • 9Dificultad para llevar a cabo tareas familiares.
  • 9Problemas con el lenguaje.
  • 9Desorientación en tiempo y lugar.
  • 9Juicio pobre o disminuido.
  • 9Problemas con el pensamiento abstracto.
  • 9Cosas colocadas en lugares erróneos.
  • 9Cambios en el humor o en el comportamiento.
  • 9Cambios en la personalidad.
  • 9Pérdida de iniciativa

Dado que se trata de una enfermedad progresiva e irreversible, es importante estar bien informado a lo largo de la evolución de la misma y contar con el apoyo de profesionales especializados, organismos, entidades y asociaciones que contribuyan al bienestar del enfermo de Alzheimer y a sus cuidadores.

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ETAPAS DE LA ENFERMEDAD

La enfermedad de Alzheimer (EA) es la principal causa de demencia, pero no la única. Hablamos de una enfermedad degenerativa cerebral en la que se pierden neuronas, se produce el acúmulo anormal de unas proteínas (amiloide y tau) que produce lesiones características (placas seniles y ovillos neurofibrilares).

En un cerebro lesionado, las redes neuronales responsables de la memoria y otras funciones cognitivas dejan de funcionar correctamente. Por ello, la persona con EA tiene olvidos, se desorienta, deja de comunicarse y necesita ayuda para realizar sus actividades del día a día.

Además de los síntomas relacionados con la pérdida de capacidad intelectual y funcional, a lo largo de la evolución de la enfermedad pueden aparecer síntomas conductuales y psicológicos, como trastornos del estado de ánimo, la agitación y síntomas psicóticos.

Los síntomas de la enfermedad vienen determinados por la progresión de las lesiones en el cerebro del paciente si bien se presentan de forma insidiosa, siendo difícil descubrir en qué momento empezaron a darse realmente.

La enfermedad de Alzheimer se inicia en el cerebro de una persona hasta 20 años antes de que los primeros síntomas de la enfermedad sean apreciados por su entorno o la persona que la padece. En este tiempo el cerebro va sufriendo pequeñas alteraciones en su funcionamiento, aunque no se puedan apreciar a nivel clínico.

A medida que las alteraciones afectan a mayor número de neuronas, hay redes neuronales que dejan de funcionar y comienzan a apreciarse alteraciones en las funciones cognitivas. Por este motivo se reconoce la existencia de un periodo predemencia de la enfermedad de Alzheimer, caracterizado por dos fases leves bien diferenciadas:

  1. Fase asintomática o fase silenciosa, en la persona no tiene ningún síntoma y, por tanto, sus funciones cognitivas se encuentran dentro de la normalidad. Sin embargo, en esta fase podríamos detectar los depósitos de proteínas típicas de esta enfermedad (Beta amiloide y tau), si realizamos pruebas diagnósticas pertinentes.
  2. DCL: deterioro cognitivo leve. En esta fase la persona o su entorno perciben ciertas dificultades cognitivas relacionadas con la memoria, el lenguaje y su capacidad para organizar sus pensamientos. Este tipo de síntomas pueden pasar desapercibidos, se les resta importancia o se atribuyen al envejecimiento normal. No interfieren significativamente en las actividades de la vida diaria. Sin embargo, si se evalúa con pruebas neuropsicológicas, se detectan dificultades en los procesos cognitivos mencionados. De la misma manera, en una prueba de neuroimagen el cerebro de esa persona puede reflejar cambios en áreas relacionadas con la enfermedad de Alzheimer, en el lóbulo temporal y frontal.

Por tanto, en la fase predemencia es posible diagnosticar la enfermedad de Alzheimer y se pueden iniciar tratamientos precoces. Un diagnóstico precoz es crucial para empezar a intervenir lo antes posible, la literatura científica apoya el inicio temprano en el tratamiento para intentar ralentizar el curso de la enfermedad.

Los síntomas de la enfermedad de Alzheimer avanzan paulatinamente hasta que ocasionan que la persona no pueda realizar por sí misma actividades cotidianas básicas. En este momento podemos hablar del inicio de una demencia.

La forma en que cada paciente desarrolla la demencia es muy variable y depende de diferentes factores como su formación académica y actividad laboral, su condición médica previa, o, los tratamientos que realiza, entre otros.

De manera general, se entiende que la Enfermedad de Alzheimer se desarrolla en tres etapas:

UNA ETAPA TEMPRANA DE DEMENCIA

En una etapa inicial suelen ser característicos síntomas relacionados con la alteración en la memoria reciente. Por ejemplo, la persona olvida lo que necesita comprar, dónde ha guardado las llaves, no se acuerda de apagar el fuego cuando está cocinando. También es frecuente la desorientación temporal, es decir, que no recuerde bien el día que es. Pueden empezar a aparecer dificultades para orientarse espacialmente en entornos nuevos. Y al expresarse puede sentir que pierde fluidez en el lenguaje.

UNA ETAPA INTERMEDIA DE DEMENCIA

A medida que avanza la enfermedad, los problemas de memoria se hacen más evidentes para el entorno cercano. Por ejemplo, puede olvidar por completo una cita médica, que haya recibido la visita de un amigo. Las tareas domésticas son difíciles de realizar, la desorientación temporal es más frecuente y empiezan a apreciarse signos de desorientación espacial incluso en lugares conocidos. También aparecen más dificultad para comunicarse, pueden olvidar nombres de personas conocidas y les cuesta encontrar el nombre de algunos objetos.

A nivel funcional, el cuidado personal también se ve afectado, suelen necesitar ayuda para asearse de forma correcta, cambiarse y lavar su ropa.

Puede aumentar la frecuencia de cambios de humor y en la conducta, es posible que se muestre nervioso/a e intranquilo/a o más triste y apagado/a. Este tipo de situación genera angustia en el cuidador principal y requieren de la ayuda de un profesional.

UNA ETAPA AVANZADA DE DEMENCIA

La alteración en la memoria se hace aún más significativa, los recuerdos se centran en épocas pasadas. Es habitual que no reconozca su entorno más cercano, ni quienes son las personas que le rodean

El lenguaje está más alterado, la persona no puede mantener una conversación y a menudo deja inacabadas sus frases.

A nivel funcional, necesita ayuda para realizar tareas básicas de la vida diaria, incluso desplazarse dentro de su propio domicilio, el cuidador principal tiene que encargarse de la persona con Alzheimer en todas las actividades cotidianas.

Comienza a apreciarse deterioro físico. La movilidad se ve reducida, su marcha más inestable, puede notarse cierta rigidez de las extremidades y tendencia a una postura encorvada. También empiezan a aparecer incontinencia. Y aumenta el riesgo de disfagia, es decir, que hay dificultades para tragar líquidos y sólidos.

Como se puede apreciar, la evolución de la enfermedad conlleva cambios significativos y requiere de un esfuerzo por parte de la familia para adaptarse a cada situación. Por ello, el acompañamiento y las orientaciones profesionales son muy recomendables y se deben individualizar a cada situación personal.

Cabe destacar la importancia de que la familia fomente la autonomía de la persona con demencia, que continúen haciendo todo lo que puedan hacer por sí mismos y evitar realizar tareas que la persona puede asumir. Una situación frecuente en el entorno familiar, es la sobreprotección a la persona con Alzheimer, creyendo que no es capaz de realizar una determinada tarea o de asumir una determinada decisión. En este sentido, los talleres de formación en la enfermedad para familiares y los Grupos de Ayuda Mutua suponen una buena guía para saber cómo reaccionar en situaciones concretas y aportan también el acompañamiento en el duelo que supone convivir con una persona con Alzheimer.

¿QUÉ PUEDO HACER SI PADEZCO ALZHEIMER?

En primer lugar, si tienes alguna duda debes acudir a tu médico de cabecera.

Por otro lado, si crees que puedes padecer Alzheimer o si ya has sido diagnosticado con la enfermedad, es importante que tomes medidas para asegurarte de que puedas llevar una vida lo más plena y activa posible. Estos son algunos de los consejos para minimizar el impacto de la enfermedad en tu día a día:

  • Obtener tratamiento médico: Si sospechas que puedes tener Alzheimer, debes buscar atención médica inmediatamente para que valore la situación y posteriormente, a un neurólogo o geriatra, ya que son estos últimos los profesionales que pueden emitir un diagnóstico. Un diagnóstico temprano puede ayudarte a obtener tratamiento y apoyo adecuados para la enfermedad.
  • Mantenerse activo: Realizar actividades físicas y mentales regulares puede ayudar a mantener la función cognitiva y mejorar el bienestar general. Intenta realizar actividades que disfrutes, como caminar, nadar, leer, hacer rompecabezas, jugar juegos de mesa, entre otros.
  • Comer una dieta saludable: Una dieta saludable puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedades crónicas y mejorar la salud en general. Intenta comer alimentos ricos en nutrientes, como frutas, verduras, proteínas magras, grasas saludables y granos enteros.
  • Mantenerse socialmente activo: Mantener relaciones sociales positivas y significativas puede ayudar a mejorar la calidad de vida y reducir el aislamiento social. Participa en actividades comunitarias, asiste a eventos sociales y mantén contacto con amigos y familiares
  • Tomar medidas para garantizar la seguridad en el hogar: A medida que la enfermedad progresa, es posible que sea necesario tomar medidas para garantizar la seguridad en el hogar. Esto puede incluir instalar cerraduras de seguridad, señalización clara, eliminación de obstáculos y la ayuda de un cuidador si es necesario.
  • Obtener apoyo emocional: La enfermedad de Alzheimer puede ser emocionalmente desafiante. Obtener apoyo emocional puede ayudar a lidiar con los sentimientos de ansiedad, tristeza o miedo que pueden surgir. Puedes buscar apoyo a través de grupos de apoyo, terapia, amigos y familiares cercanos.
  • lPlanificar para el futuro: A medida que la enfermedad progresa, es importante planificar para el futuro. Esto puede incluir la planificación financiera, la elección de un cuidador, la toma de decisiones sobre el cuidado médico y la planificación anticipada de los cuidados.